miércoles, 8 de abril de 2009

Las 7 Palabras del Chino




Sería un atrevimiento tomar las llamadas Siete Palabras que pronunció nuestro Señor antes de abandonar esta vida terrena para compararlas con aquel momento que vivió el hoy condenado por delitos de lesa humanidad, Alberto Fujimori Fujimori. Que me perdone la Iglesia por usarlas. Pero ha sido anecdótico que el dictador reciba una sentencia condenatoria justamente en Semana Santa, fecha que actualiza aquellas sagradas palabras.
Empecemos. Jesús dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Tengo la certeza de que el chino preguntó lo mismo aquel 7 de marzo. Pero aquí hay una enorme diferencia. Los judíos no sabían a quien mandaban a la cruz, en cambio los jueces y el más del 70% de la población estaban convencidos de que él sí sabía lo que había hecho el Grupo Colina: matar a gente inocente. Por su puesto, sus hijos y adeptos piensan lo contrario. ¿Acaso, Hitler no tenía simpatizantes?
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”. De esta manera, Jesús se dirigió al venerado San Dimas. Jamás Abimael Guzmán, el mayor asesino de todos los tiempos, ni en sueño se imaginó que su perseguidor sería condenado. Para los jueces, asesino directo e indirecto son iguales delitos que merecen una sanción ejemplar, como los 25 años que le dieron al japonés. Ambos están en su “paraíso” de cuatro paredes.
Fujimori no se inmutó cuando el juez San Martín expresó: “La sentencia que se emite es condenatoria”, pero durante tres horas de agonía habrá querido que “Diosito” le conceda un milagro: que resuciten los hijos de las víctimas de La Cantuta. “Mujer, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre”, habrá deseado decir.
El reloj seguía avanzando y el minutero con el horario casi se juntaban. Era la hora del suplicio de Cristo que llegaba al Gólgota para ser crucificado por el yugo romano. Fujimori no paraba de escribir, quizás su testamento. Ya no le quedaban ganas de decir con euforia: “Soy inocente”. Él hubiera preferido que citen nuevamente a su “yuntaza” para que lo defendiera. “Vladimiro, Vladimiro, ¿por qué me has abandonado?”, se escuchó decir desde su subconsciente.
Cada vez la secretaria judicial se acercaba a la parte resolutiva de la sentencia. “Tengo sed”, ha mencionado un abatido ex presidente que habrá extrañado calmar esta necesidad con un buen trago, pero optó por conformarse con una modesta botella de agua mineral. Eran momentos difíciles.
Fujimori habrá reflexionado las palabras del magistrado que lo sentenció: “Pese a quien le pese”. Cristo, minutos antes de morir, dijo: “Todo está cumplido”. Así habrá expresado el todopoderoso de la década del 90 cuando la relatora leyó los 247 fundamentos que sustentan la sentencia.
El chino no olvidará 12.09. La hora que la secretaria lee la parte final de la sentencia, donde le fijan como condena 25 años de prisión. Hubiera podido entregarse a la justicia divina como Cristo lo hizo: “Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu”. Pero prefirió alegar su inocencia y dejar sentado que su abogado Nakazaki tramitará un recurso de nulidad. Esto se definirá dentro de cinco a seis meses, mientras tanto los familiares de los asesinados encontrarán algo de paz de saber que el actor intelectual de cobardes delitos saldrá el 2032.
Anecdótico resulta también que el número 7 siempre lo ha acompañado. ¿Cuándo fue el día de la sentencia? El 7 de marzo. Si sumas los dígitos de la pena de cárcel o del año que saldrá en libertad, ¿qué número obtienes? Otras preguntas más. ¿En qué año fue extraditado?, ¿a los cuántos años tocó suelo peruano? Las respuestas tienen que ver con el 7. No pretendo ser un pitoniso como Rosita Chu, quien predijo lo contrario para su querido chino. Seguramente, ahora querrá aprovechar ese número cabalístico para que al menos el líder del fujimorismo salga dentro de siete años o, mejor aún, en siete meses falle a su favor la Corte Suprema de Justicia. En todo caso, su palabra final será: “Corte Suprema, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

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