miércoles, 23 de abril de 2008

De mi baúl

Sentimiento de fin de ciclo

Recuerdo que cuando terminaba la educación primaria, apenas 11 añitos de edad, me cuestionaba acerca de mi futuro inmediato. La secundaria sería el siguiente paso, hallando sentimientos encontrados entre añoranzas y anhelos. Finalmente, pasé al primer eslabón de la secundaria. Todo normal entre altos y bajos, creciendo y conociendo más.
En el tercer año, todos ya hablaban del siguiente paso. Pasaron dos años más y una nueva incertidumbre. ¿Qué será de nuestras vidas? De hecho, muchos anhelaban estudiar una carrera universitaria. En la transición a la etapa unepina, la academia, conocí a más amigos. Desde mi experiencia, debo auto criticarme mi desapego a los amigos del cole, más congenié con algunos “patas” de quinto año, pues mi secundaria no la concluí en la que considero mi alma máter (Colegio Jorge Basadre).
Gozaba de los años de estudios, pero el miedo crecía ante una nueva meta. Tras superar varias vallas y mis mismos temores, ingresé a la UNP. El sueño hecho realidad, forjarme en una carrera universitaria que jamás pensé, Ciencias de la Comunicación, como muchos amigos aceptaron no querían esta carrera. Algunos Derecho y otros simplemente nada que ver con la U, más eran obligados por sus padres.
Con sus encantos y desencantos comencé la etapa de unepino. Sería mi nueva alma máter. Aquí sí supe valorar la amistad y afronté sus enredos. Cuántas experiencias acumuladas, risas, cóleras y llantos.
Mi primera compañera, y ahora amiga, fue Gaby. Con ella nos une una linda amistad, pero no dejamos de pelearnos, sobretodo por los cargamontones de trabajos. Después, conocí a Sandra, Margarita, Roxana y Máximo. Este sería el grupo que se las traía en las sesiones de clases, comentando las trilladas frases de “sintonía de corazones”. Luego aumentó mi red de amigos, que de nombrarlos me olvidaría de alguien y me dirían con justificada razón, ingrato. De nadie me olvido.
Como no agradecer al profe Godos, quien me guió en la labor periodística, aunque fue el profe Teddy, quien definió esa tendencia. Hablando de profes. No olvidaré a la de apaga el piloto, a quien "grité" por no dejarme entrar, a la de los pegotes. Bueno, muchos más.
Nuestro grupo de trabajo no era cerrado, más bien siempre abierto a los demás. Por suerte, el aula no se dividió en bandos y entre todos mantenemos hasta ahora una buena relación, pese también a existir usuales desavenencias. Impera la tolerancia.
Tanto por evocar que quedaría corto este relato para hablar de 10 semestres de amigos. Tragos dulces y amargos, pero de esas experiencias he aprendido a sobrellevar la vida universitaria.
Ahora, me ubico ante un mismo panorama. Del paso de la primaria a la secundaria, hubo incertidumbre y temor. Termino la carrera, gracias a Dios y a mi madre, y no sé que será de mi futuro. Un mismo sentir. De inmediato se abre una posibilidad (ya la conocen). Mas espero que mis amigos lo sigan siendo cuando salgamos de las aulas. De todos recordaré algo y lo valoro.

1 comentarios:

Así es amigo, tú fuiste el primero (el primer amigo de la promo que conocí, valga la aclaración, jeje). Y juntos comenzamos el largo proceso de inscripción y después...ya lo sabes.Son tantas cosas las que uno vive por las aulas universitarias que se muy corto el tiempo para describirlas, sin embargo, los recuerdos son los que siempre quedaran y marcarán cada una de nuestras vidas.

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